¿NECESITAMOS CASTIGAR A LOS HIJOS?
Hay ciertas situaciones de desobediencia o acciones
incorrectas de los hijos que hacen difícil mantener siempre la calma, por lo
que es inevitable que los padres se enojen de vez en cuando.
Muchos reaccionan impulsivamente aplicándole un castigo como
puede ser zarandear, pellizcar, jalón de oreja, amenazar “la próxima vez que
respondas así, te va ir muy mal”, retirarle el afecto “ya no te quiero, vete de
aquí”, la burla “ahí está otra vez el cochino de la casa”, los chantajes “me
vas a enfermar”, así por el estilo algunos ejemplos de las diferentes maneras
de castigar.
La realidad es que el castigo es de los peores métodos que
se pueden utilizar, después de todo, un niño castigado severamente no aprende a
controlarse sino sólo evitar el castigo, lo cual puede producirle enojo, deseos
de venganza, resistencia a colaborar y/o miedo. Podrá lograr que con el castigo
cambie su comportamiento pero sólo de momento, en cuanto desaparezca la
vigilancia, volverá hacerlo.
Lo ideal es que el niño aprenda a comportarse acorde a los
límites, normas y valores por el mismo, y no porque está sujeto a una autoridad
que lo controle y lo sancione.
Utiliza mejor otros métodos positivos para disciplinar y
enseñarle a ser responsable, considerando lo siguiente:
1) Corregir
en el momento
Cuando comienza una conducta negativa del niño es necesario
detenerla en el momento, pero antes es necesario que el padre o la madre esté
en calma. Si se siente muy enojado es válido hacerlo saber y expresarle “esto
que hiciste me molestó”, que lo diga con energía pero sin agredir. Si de manera
ocasional, se actúa impulsivamente hacia el hijo, entonces hay que pedir perdón
cuando se hayan excedido.
Una vez listos para hablar de la conducta errónea del hijo,
se debe explicar por qué no se acepta lo que hizo. Tiene que saber cómo afecta
su comportamiento a otros y a él mismo, y también qué puede hacer para
remediarlo.
La disciplina acompañada de una explicación se puede aplicar
a partir de los 2 años de edad, antes de esa edad el bebé solo necesita orden y
hábitos estables.
2) Aprender
de las consecuencias
Hay un camino mucho mejor para lograr el buen comportamiento
de un hijo, funciona más que cualquier discurso, amenaza o castigo, esto es
permitir que vivan las consecuencias de su comportamiento, si es agradable, el
niño va repetirla; si le molesta, va decidir hacer otra cosa. La cuestión es
que no se le proteja ni le impida vivir los efectos de su conducta; por
ejemplo, no hizo la tarea a tiempo, entonces no sale a jugar con sus amigos.
Esto no es castigo, es consecuencia por no cumplir con sus obligaciones.
En ocasiones las consecuencias naturales de sus actos no
siempre son suficientes para disciplinar. A veces no se ve afectado
directamente por lo que hace, más bien perjudica a otros, entonces es cuando se
deben buscar otras consecuencias relacionadas con lo que hizo; ejemplo, si
agrede a sus compañeritos, hay que quitarle el objeto con lo que lo hizo y
aislarlo hasta que se tranquilice y quiera remediar el daño por su propia
voluntad.
Buscar siempre que la consecuencia tenga proporción con lo
que hizo, si tiró las cosas de un cajón, su consecuencia es guardar todo de
nuevo en su lugar, no que será privado de jugar todo el mes.
3) Procurar
ser coherente
Identifica con sinceridad si lo que estas pidiendo al niño
es coherente con lo que haces, ejemplo, si contesta grosero o incluso pide las
cosas a gritos, ¿por qué lo está haciendo? es algo ocasional o es una conducta
que ve en casa.
El ejemplo es una manera de enseñar algunos valores,
principios y normas.
Tú eres su modelo a seguir en orden, limpieza y el trato
hacia los demás empezando por los de casa. Sé como te gustaría que se
comportara y vas evitar darle órdenes arbitrarias, inadecuadas o ilógicas para
él.
Recuerda es necesaria una explicación del porqué de la
disciplina, es una manera de enseñar al hijo a resolver los conflictos mediante
el diálogo, nunca con agresividad, porque nada justifica el maltrato a un niño.
No se le debe pegar, humillar, encerrar o dejarlo sin comer. Eso no es disciplina,
es castigo, lo que significa causar sufrimiento al niño para que cambie su
comportamiento.
Tampoco se trata de consentirlo y hacer lo que quiera. Jamás
debes renunciar a tu autoridad, el hijo necesita límites claros y firmes, pero
en amor y respeto.
Por último, ten presente que sin corrección no hay
sabiduría, sólo necedad.
“No corregir al hijo es no quererlo; amarlo es
disciplinarlo”. Proverbio 13:24
¿NECESITAMOS CASTIGAR A LOS HIJOS?
Reviewed by Unknown
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lunes, marzo 21, 2016
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